miércoles, 21 de enero de 2009

Momentos...






¿Cuanto tiempo hace que no dibujas corazones?

¿Cuánto tiempo hace que no notas las mariposas en el estómago?

¿Cuánto tiempo hace que no piensas que la vida no merece la pena sin esa persona?

¿Cuánto tiempo hace que te tiras todo el día sin comer si esa persona no te manda algún mensaje, te da un toque, o te saluda?


¿Cuánto, cuánto hace que no estás enamorado?
El sentirte flotar cuando recibes un beso…el sentir como se evapora todo a tu alrededor cuando estás con esa persona, sentir que nada tiene sentido si no estás a su lado, sin su amor, sin su cariño, o simplemente sin su amistad… cuando te sirve ser su hombro para llorar y su confidente.

¿Acaso eso es estar enamorado?Pensar a todas horas en esa persona que te hace feliz, contar los días que faltan para veros…sentir como se te sube todo cuando le ves… ¿es eso estar enam
orado?

Desear dejar tu rutina para poder compartir aunque solo sea un día con esa persona… poder contarle todo, confiar, y desahogarte… ¿acaso eso es estar enamorado?El sonreír cuando recibes un mensaje, el reírte a carcajadas cuando te llama y te dice algo gracioso, el tirarte una hora hablando y no darte cuenta hasta que ves que se te está acabando la batería… dime ¿significa eso estar enamorado?

Entonces…si eso, si todo eso significa estar enamorado…

¿Por qué se hace tan difícil? ¿Por qué lo das todo y cada vez más…y solo tienes que obstáculos? ¿Acaso el estar enamorado no es ser feliz? Compartir con esa persona todo o más, poder reír a su lado, poder llorar, poder amar… entonces ¿Por qué duele tanto? ¿Por qué cuanta lágrima derramada? ¿Por qué tienes que recoger los pedacitos rotos de tu corazón?

No…no me gusta entonces estar enamorada…pero…no creo que lo esté…aunque todo eso sea la que siento…me niego a creer que es así…me niego, no puedo, no quiero…NO








EL PRINCIPIO DEL FIN














Hoy empezaré a escribir una carta, una carta de adiós dirigida a ti... que tanto amé, que tanto quise...no aguanto más, no lo soporto más...

No se cuando te la daré, no se cuando te diré adiós, solo se que debo hacerlo, no soy libre, me siento atada, me siento triste y amargada, no soy yo...nunca fui tan borde, nunca fui tan gritona, nunca fui así...tengo mi genio y mis nervios pero no era así...
Soporté, mucho más de lo que ha aguantado mucha gente sin soltar un solo grito, pero no, ya no puedo...es superior a mis fuerzas...son tantas cosas...no aguanto más
NECESITO GRITAR, NECESITO LLORAR!!!!!!!!

Necesito un abrazo, un beso, una palabra de alivio...simplemente que me dijeras que todo iba salir bien, todo se iba a solucionar, las cosas han de cambiar...haremos por que cambien pero no...Lo siento, es el principio del fin...






EL AVE FENIX


El Ave FénixSe la encontraron por la mañana en la bañera, parecía dormida pero estaba muy pálida.

Su compañera de piso se disponía a irse a trabajar y la encontró allí, con la bañera llena de agua roja. Aparentemente había conseguido empezar desde cero, no tenía por familia más que una tía que vivía lejos, pensaba que con el amor que había encontrado podría ser feliz pero no fue así.

Un alma se cruzó en su camino, un ave que volaba libre, que no quería ataduras pero que la sacaba de su monotonía cada noche, la hacía reír y ella pensaba que no estaba mal lo que hacía hasta que se enamoró en ese mismo momento la cagó porque ya no era dueña de sus sentimientos, de sus pensamientos y sabía que nada tenía que hacer con su ave fénix porque él sabía de su condición y no quería más de ella que una amistad, ¿caricias, besos, abrazos?

Quizá también ¿aprovecharse de ella? No… ella era lista y sabía lo que había.

Dejaba volar su imaginación, el corazón se puede partir en tantas mitades como él quiera ya que nadie manda de su propio corazón.

Un día lo vio con otra, ella sabía que no era suyo, que era nada más que una fantasía pero aquello le dolió, él creía que estaba celosa, si podría decirse que si peor tenía las ideas claras. Nadie le fijo que ese ave renacía de sus propias cenizas y que poco le importaba dejar corazones abrasados a su paso.

Se sentía mal, se sentía estúpida por haber creído que su ave se habría quedado con ella para siempre. Harta, dolida, triste, furiosa… aquel día decidió que ella también quería ser así, libre… preparó su baño favorito con sales aromáticas relajantes de melisa, se estuvo bañando hasta que el agua se quedó fría pero le daba igual, lloró y lloró… Su ave no sería para ella, ella tampoco sería para nadie, había decidido que era mejor ser como él para evitar sufrir, lo perdió, lo poco que lo tenía, lo perdió por estúpida.Hoy ella es un ave fénix que renace de sus propias cenizas y hace lo que le hicieron a ella, dejar corazones abrasados a su paso

miércoles, 7 de enero de 2009

Amigos, enamorados...



Frank y Zyanya se conocían hacía varios años, eran muy buenos amigos, se contaban todas las cosas que se puede contar a tu mejor amigo, durante años solo pensaron en ellos mismos como buenos amigos nada más, pero ella notó que un día él había cambiado, estaba más cercano de lo habitual, se preocupaba por que estuviera bien y parecía celoso al hablarle de su pareja, ella lo había pasado mal y él no supo nada hasta que Zyanya se lo contó, aunque para entonces todo había pasado y ahora ella había conocido a una maravillosa persona.

Ya llevaba un par de años con Abner y tenían planes de futuro, cosa que a Frank no le sentaba muy bien pero callaba.

Poco a poco ella se fue dando cuenta de que cuando él le hablaba de una chica que le había gustado se ponía celosa y le decía que no fuera tonto que no se fiara que no todas eran buenas.

Pasaron los meses y Zyanya anunció su boda a su mejor amigo, después del momento inicial de un falso enhorabuena, Frank no pudo más y le declaró su amor más puro y sincero, con lo cual fue ella la sorprendida por qué lo siguiente que notó fue un beso dulce de su mejor amigo, del que se había enamorado casi sin darse cuenta.

Ya tenía todas las cosas para su boda, pero estaba indecisa, quería a Abner pero se dio cuenta entre lágrimas y noches de no poder dormir, que su futuro debía estar al lado de Frank.
Cuando le contó que había conocido a una chica, Zyanya se sintió estúpida y le dijo que si tanto la quería ¿Qué coño hacía con una tía? O es que acaso su necesidad de sexo no lo habían dejado pensar que si estás enamorado de una persona no puedes irte así como así con otra; se marchó llorando decidida a casarse aunque no estuviera enamorada, pero la sorpresa fue mayor cuando Abner le dijo que lo sentía mucho, que había conocido a una chica, que no estaba preparado para casarse que si se lo había pedido fue porque pensó que ella estaba embarazada, la veía rara y no supo que hacer. Zyanya se lanzó a sus brazos llorando, agradeciéndole todo aquello, lo que había hecho por ella y le deseo toda la suerte del mundo con aquella chica puesto que ella, le contó, se había dado cuenta de quien de verdad estaba enamorada era de Frank.

Así decidida a separar a Frank de su nueva conquista fue a decirle que la boda se había cancelado, no lo encontró, fue corriendo a buscarlo pero le dijeron que estaba abatido y había ido hasta el muelle, tenía el teléfono apagado y no contestaba, Zyanya se temió lo peor, corrió hasta llegar a donde él estaba y gritándole le dijo:

-Frank, Frank, no hagas nada, estate quieto, se acabó, Abner y yo hemos cancelado la boda y pienso hacer lo imposible para separarte de tu nueva amiguita porque te amo, me he dado cuenta antes de que fuera tarde, no quiero separarme más de tu lado, quiero vivir mi vida contigo y reírme cuando ya de viejo recordemos lo amigos que éramos y lo ciegos que estuvimos al no darnos cuenta de que nos amábamos de verdad.

Frank no pronunció palabra, solo se abalanzó sobre ella y la besó, la pasión y el deseo hicieron que allí mismo en la cala de donde Frank pensaba tirarse, hicieron el amor, y se olvidaron del tiempo durante aquella noche; recuperaron todo el tiempo que habían perdido guardando su secreto y se amaron durante todas las horas que la oscuridad les dejó.
Hoy Frank y Zyanya son viejos ancianos que pasean por las calles de su pueblo riendo cuando hablan de que cuando eran jóvenes estuvieron a punto de cometer el error más grande que era no haber reconocido que se amaban. El amor también puede durar para siempre.

martes, 6 de enero de 2009

La maldición de Mona




Mona era una chica joven y solitaria, nueva en una pequeña ciudad.
Todo comenzó cuando lo conoció, era un chico que allá donde iba llamaba la atención, era el yerno perfecto para todas las madres del pueblo, y como no, todas las chicas iban detrás de él…menos Mona. Era un reto que una chica no se fijara en él y decidió ir a por ella, ninguna chica lo había rechazado hasta ahora y no pensaba romper esa lista de conquistas. Aunque delante de la gente era un chico perfecto, tenía un buen trabajo, su madre no podía tener hijos y lo adoptó siendo ya mayor aun así siempre fue su niño, pero nadie sabía lo que escondía ese chico tras su preciosa figura que mostraba allá donde iba.
Se decidió a invitar a Mona después del trabajo para tomar una copa, ella no tenía planes así que accedió dejando claro que era una copa entre amigos, se conocían hacía poco pero ella no se fiaba mucho, era nueva en el lugar y no quería que la engañaran. Tras esa copa llegaron muchas otras citas, al cine, a los bolos, a dar una vuelta, hasta que finalmente empezaron a salir, Mona fue la envidia de todas las chicas de pueblo durante 7 años. Ya tenían la fecha para la boda, aunque a Mona no se la veía mucho salir a la calle, había dejado su trabajo y ahora solo trabajaba él, ya no se les veía ir juntos a tomar algo con los amigos, y él siempre estaba con alguna nueva conquista aunque ella hacía la vista gorda, decía que eso eran tonterías.
Una mañana el cuerpo de Mario apareció en la orilla del lago con las venas cortadas y al lado una nota de suicidio… el pueblo entero enmudeció rodeando a Mona con un abrazo. La policía empezó a investigar, era según ellos, un claro caso de suicidio pero esas cosas se tenían que investigar, todo fue bien hasta que encontraron un cuchillo ensangrentado en casa de Mona, escondido dentro de una bolsa, con la sangre de Mario.
Primero se dijo que ella lo había encontrado se llevó el cuchillo como parte del shock que había sido ver a su novio muerto en el río y después se dijo que ella lo había asesinado por celos. Él era un mujeriego y ella una esclava escondida en casa guardando sus moratones tras largas mangas en pleno verano. Se estuvo investigando el caso durante 6 meses en los que Mona fue la principal sospechosa de un asesinato que, según siempre dijo ella, no había cometido, pues ese día estaba en su casa curándose las heridas de la última paliza de su futuro marido.
La policía decidió cerrar el caso dejando así a Mona fuera de toda acusación, pero tras esa muerte hubieron más asesinatos, siempre de hombres, con cortes en las muñecas y cartas de suicidio que decía lo mismo que la de Mario: “lo siento, no aguanto más, soy un mal marido, soy una mala persona y antes de volver a hacer daño a la mujer que amo prefiero quitarme la vida, esta es mi carta de suicidio. Adiós” Estaba claro que era imposible que otro hombre hubiese copiado su carta puesto que era secreto de sumario… así que se habló de un asesino en serie.
Durante ese tiempo Mona volvió a su trabajo de riguroso luto y cuando había un asesinato ella siempre estaba en su casa, amanecía con las manos ensangrentadas y el mismo cuchillo que mató a Mario metido en una bolsa, entonces sabía que aquella mañana aparecería otro hombre muerto. Llamaron al asesino “El asesino de los asesinos” puesto que siempre eran hombres cuyas mujeres habían sido maltratadas o asesinadas.

lunes, 5 de enero de 2009

Las rosas de Portia


Había una rosa roja en su ventana, una rosa más.  Ya tenía tantas que en cierto modo le molestaba, pero al mismo tiempo le gustaba recibir aquellos regalos de alguien que había allí fuera.

Nunca le daba tiempo a verlo, sólo podía verlo alejarse, sabía que nunca se despertaba antes y era tan rápido que no le daba tiempo.

 
El día transcurrió sin más, en su trabajo seguía pensando en su admirador, su “regalador de rosas”. Lo imaginaba un chico alto y moreno, eso si lo sabía, pero no acertaba a ponerle un color de ojos o una sonrisa.

De repente tuvo que despertar de su sueño, un nuevo cliente había entrado a la tienda. Era un chico de tez muy blanca que entro con una gabardina pese a que el día había amanecido claro, aún así estaban en febrero y hacía frío, allí siempre hacía frío incluso en verano.

Era un chico más bien alto, que escondida sus ojos tras unas gafas de sol, simplemente preguntó por un par de productos con una enorme sonrisa que dejó a Portia con la boca abierta y cuando se dio cuenta deseó que la tierra se la tragase.

Era tan guapo, que ojos debía tener para esconderlos tras esas gafas, pero al irse… ¿Era él? El extraño amante de las flores, lo parecía, aunque al salir de la tienda a comprobarlo ya era demasiado tarde.
Esa mañana no hubo rosa, se sintió apenada, llevaba ya tantas semanas recibiendo rosas en su ventana que era ya casi una costumbre.

Fue a trabajar casi como una zombi sin desayunar. Al volver a casa se dio cuenta que había estado tan ensimismada con las rosas que había olvidado las llaves dentro de casa, intentó saltar, trepar a su ventana pero resbaló y cuando ya pensaba que se iba a caer y a romper alguna costilla alguien la cogió.

Se quedó de piedra cuando vio que el chico que la agarraba con manos frías como el hielo era el mismo chico que vio un día antes en su tienda de música, no se lo podía creer. Cuando aún no había salido del estupor vio al chico trepar como si fuera un gato y al momento le abrió la puerta saliendo él de la casa.
-¿Cómo te llamas?- Le preguntó Portia un poco por no saber que decir y otro poco por curiosidad.
-Me llamo Mael, que para los celtas significaba príncipe-
-Oh, vaya, qué nombre tan bonito, yo soy Portia, que significa ofrenda, ya ves no eres el único que sabe el significado de su nombre.
Por un momento el aire dejó de correr y parecía que el tiempo se había parado.

Tras una breve charla, ella agradecida, lo invitó a pasar a casa por si quería beber o algo…

-No gracias, Portia, hoy ya comí, no tengo sed-

Eso fue algo que la dejó helada puesto que le encantaba todo lo relacionado con el misterio y había visto algo raro en los ojos de aquel chico, esta tarde brillaban con fuerza, unos ojos preciosos que hipnotizaban.

Sabía que era su chico de las rosas pero ¿Cómo preguntárselo? Y casi sin darle tiempo él le contestó, como leyéndole el pensamiento que esta mañana no le había traído una rosa porque se dio cuenta que la belleza de las rosas que él le dejaba en su ventana no hacían más que quedarse muertas ante su belleza.
Las rosas desaparecieron pero fueron empezando las visitas, había veces que tardaba dos días en aparecer y cuando volvía sus ojos parecían estar llenos de vida otra vez, Portia sabía que se estaba enamorando de un vampiro, nunca pensó que fueran reales, pero ¿Qué más daba? Estaba sola, sus padres murieron siendo ella niña y su abuela que compartía su afición al misterio había fallecido hacía unos años. No corría peligro puesto que si hubiese querido matarla lo habría hecho, pero debía decirle que lo sabía, le fascinaba verlo cada día entrar por su tienda.
No esperó más y confesó

–Mael, lo sé, se lo que eres, sé que si hubiese querido hacerme daño ya lo habrías echo-
Él callado por un momento le respondió

–Tu abuela era lista, y tenía razón sobre ti, eres más bella de lo que me dijo, y sé que estás sola, solo vine a hacerte compañía pero… sé que pasarán los años y no aguantaré que me pase como con Zyania, no quiero ver como la mujer que amo se marchita como una rosa sin poder hacer nada, Portia te amo, como quise a Zyania… déjame que te haga mi compañera, no soportaría verte morir como hice con ella-
Al instante Portia comprendió que las historias que le contaba su abuela sobre vampiros eran ciertas, que su querido Mael fue aquel vampiro que tanto la amó, convirtiéndolo ella en un precioso cuento de amor.

Mael no lo pensó más y Portia se dejó caer en sus brazos para convertirse por siempre en su compañera, para poder ser libre junto aquel que un día le regaló rosas…por toda la eternidad.

domingo, 4 de enero de 2009

Suicidio


Te levantas y miras a tu alrededor, no ves más que mal, injusticias, guerra, pobreza. Pero tu vida es peor, luchas para sobrevivir al dolor de tu corazón que te aprieta, intentas ser fuerte y tener un día más, lo más feliz posible. Es tan duro, y sólo tienes a una persona cerca de ti pero no es la más indicada, también ella lo está pasando mal, en realidad te ve mal a ti, pero no necesita que le des explicaciones, te conoce.

Hay alguien más, una persona que desde lejos te mira aunque no te ve, te siente aunque no te toca, pero sabes que está ahí, para lo que necesites estará ahí. Pero tú no quieres ver sufrir más a la gente de tu alrededor, quieres morir aunque sabes que es egoísta, dejarás a mucha gente sufriendo y llorando, aunque mejor que sufran ahora que no toda la vida. Tú lo crees así y cada día estas más decidida.

No planeas nada, si lo haces te echarás atrás. Esperas ese día en que tu corazón no pueda más y pienses que se te va a parar para hacerlo, aunque no sabes cómo, y de eso no se puede buscar en un libro o preguntar a la gente, ya se te ocurrirá algo, tienes inteligencia aunque no hayas podido utilizarla.

Llega ese día, despiertas llorando como lo llevas haciendo desde aquel día. Tus ojos gritan tristeza y vacío, crees que la gente te ignora, recibes esa carta fatídica y fatal, todo vuelve a empezar, en casa nada va mejor y vas a explotar. Hoy es el día, tu cabeza no piensa en nada, lo hace, de la forma más "normal", te cortas las venas y te dejas desangrar mientras te bañas, tu último baño…

Cuando te ven, es demasiado tarde, tu sufrimiento ha acabado, ahora les toca a ellos, has muerto.... 20/10/2004