Cuando menos lo esperamos se nos va alguien, alguien con quien quizá no tenemos mucho contacto pero que queremos, alguien que, cuando se va, nos deja un gran vacío y nos hace pensar, nos hace llorar, y nos hace recordar los buenos momentos.
Recuerdo las tardes en La Llacuna, las comidas familiares en casa de los iaios… y tú siempre estabas sonriendo, con tu huertecito, tu casa, feliz… Ahora que podías aprovechar para viajar, para seguir con tu huerto, ahora que ni tú ni la tía trabajabais y podíais disfrutar de vuestra jubilación tranquilamente, o simplemente quedaros en el sofá… Cierto es que apenas nos veíamos aunque eras mi padrino pero duele tanto que se vaya alguien a quien quieres, alguien que siempre lo dio todo, siempre ahí para todos, y tan joven con tanta vida aun por vivir… Maldita enfermedad que se lleva a nuestros seres queridos sin que podamos hacer nada más que esperar.
Al menos, pude despedirme de ti, quien me iba a decir que esa noche sería la última noche que hablaría contigo, que te vería, aun tan malito como estabas, con una sonrisa en la cara de ver que había ido tu hermano y tu sobrina a verte. Parecía que nos habías estado esperando…
Por ti, por lo que nos queda por vivir, siempre estarás con nosotros… cuidaré de quien dejas aquí… intentaré estar siempre ahí a su lado y hacerle un poco menos dura tu partida… dicen que cuando morimos, nos reencontramos con nuestros seres queridos… si eso es así, estarás con los iaios… y algún día, por ley de vida, nos volveremos a encontrar… Hasta entonces tío

No hay comentarios:
Publicar un comentario