viernes, 3 de enero de 2020

Fuera de mi vida



31/12/2019

Dicen que la mejor forma de desahogarse es escribiendo cartas a todos aquellos con quienes tienes algún problema y luego quemarlas… Yo no las voy a quemar, es más, es posible que las envíe, al menos una de ellas. Y quiero acabar el año soltando todo lo que llevo…

Mi año no acaba bien, aunque, si me paro a pensarlo, pocos años míos han acabado bien, quizá cuando era pequeña, pero no. Y aquí viene mi primera carta:

A ti, que me pariste, aunque tú dices que ni eso supiste hacer porque fue cesárea. Según tú, las que hemos tenido a nuestros bebés por cesárea no hemos parido, y lo dices precisamente tú… Yo sí “parí”, di a luz a mi hija, tu nieta, por cesárea, y como bien sabes, los puntos y la cicatriz están ahí desde el primer momento, pero el mirar a tu bebé hace que se pase todo. Aunque hoy en día dudo que tú te sintieras igual. Tú, que cuando te enteraste que venía solo sabías llorar, no te alegraste cuando sabías que venía, era una carga, un suplicio. Pero ya estaba allí y no ibas a abortar, claro, tu marido no te lo habría permitido tampoco. A veces pienso que si hubiera sido hoy en día, quizá yo no habría nacido.

No recuerdo una caricia tuya, un te quiero, una palabra de aliento, un “me siento orgullosa”, apoyo, consuelo, nada, de ti, nada… Ni siendo niña, ni adulta. Tantas veces he hecho cosas pensando que te sentirías orgullosa, tantos esfuerzos que no han valido la pena, para ti, por ti, para escuchar de boca de mi madre una puta palabra de orgullo hacia mí, al menos sentir que servía para algo. Pero no, tu siempre me comparaste “mira tú prima, dentista, tu otra prima estudiando no sé qué, tu primo…” nunca fui suficientemente buena, ni suficientemente trabajadora, nunca fui suficientemente nada para ti. O al menos eso me has demostrado durante años…

Tuve que crecer de golpe, cuando mi padre y tú os separasteis. Mi único hogar era la casa de mis iaios, hasta que ella se fue y me vi perdida. Ahí empecé a ver lo que había, aunque sospecho que ya venía de antes y que me “perdí” muchas historias… Jamás te lo reproché, jamás te dije nada, me sentía orgullosa de mi madre que trabajaba , que tenía una vida dura y cuando te veía alcoholizada intentaba no culparte a ti, si no a la vida misma. Cuando te llevabas esos golpes que me dolían a mí también aunque no los notara ¿Sabes cuantas veces me interpuse entre tú y él para que no te tocara? Sin haber cumplido 10 años… Creo que nunca has sido consciente de ello. Yo tampoco lo era, hasta hace poco. Todavía intentaba quitarte culpa, hasta hace poco… Te vi borracha, golpeada, arrastrada, medio inconsciente, y al día siguiente te ibas a trabajar y yo pensaba que era normal pero ¿Sabes? No, no es normal. ¿Sabes qué es lo que más disfrutaba? Levantarme a las 7 para irme contigo a desayunar esos pasteles que hacían al lado de casa de mi padre, pasar ese rato contigo, hablar y reír, sin alcohol por en medio. Tu trabajo era protegerme, ayudarme, consolarme y enseñarme. Tu trabajo era fácil, pero no supiste hacerlo. Vi cosas que no tendría que haber visto, viví cosas que no tendría que haber vivido. Aun así, nunca te lo eché en cara, te defendí con uñas y dientes, no dejé que nadie hablara mal nunca de ti, incluso dejé de hablarme con mi padre por ti, lo denuncié por ti, y casi lo pierdo por ti… no por tu culpa, no, por la mía, pero por ti, porque te sintieras orgullosa, que me dijeras que lo había hecho bien, pero eso nunca llegó.

Tu siempre me has dicho que una madre quiere a sus hijos más que un padre, porque los lleva dentro 9 meses, porque los siente, los pare, porque son suyos… ¿Por qué tu no lo has hecho? Si, a tu manera dices, a tu manera no me sirve, ya no. Jamás consentiría que mi hija se sintiera así, que se vaya a dormir sin escucharme decirle te quiero, sin un abrazo, sin una caricia ¿Sabes cuantas noches me fui yo a dormir así, pensando que era lo normal?

Me fui de casa con 16 años porque pensaba que era lo correcto. A ti te molestaba en tu nueva vida, pediste la custodia ¿Para qué? Llegaste a tu nuevo hogar y me soltaste como el que suelta al perro en el campo, igual que cuando vivíamos juntas. Tu a trabajar y yo sola en casa, con 14 años, en un piso sin agua y ya te apañarás, y me apañé… Igual que me apañé cuando mi pareja me dio mi primera paliza, y la segunda, y las siguientes que vinieron y de las cuales nunca te hablé porque, pobrecita, ella ha vivido eso 8 años, no quiero que vea que cometí su mismo error, y porque estaba SOLA, tu no me tendiste la mano ¿Cómo es posible que tu marido lo supiera, medio pueblo lo supiera y tú no? ¿Cómo es posible que yo te lo contara llorando, cuando ya lo había dejado y no me creyeras? ¿Cómo me explicas que una madre no crea las palabras de su hija, habiéndola visto con el ojo morado? ¿Y cómo es capaz una madre de abrirle las puertas al que maltrató a su hija durante 5 años como si nada y tener el santo coño de llamarla y decirle “Adivina quien ha venido a verme”? ¿Sabes cuánto me costó poder ir a verte sin miedo? Sin esconderme, sin que me diera terror cruzarme con él y que me hiciera algo a mí, o a mi nueva pareja. Se ve que no lo sabes, ni las pesadillas o los ataques de ansiedad, de pánico. Hoy en día, casi 15 años después todavía tengo pesadillas. Pero es más fácil no creerme y pensar que es mentira, que él no me pegó y tú hiciste bien en no hacerme caso. Que no iba a verte porque “a tu marido le molestaba” y era justo lo contrario, eras tú, te molestaba a ti, como siempre te había molestado ¿Entonces para qué cojones me llevaste contigo? Haber hecho vida sin mí, quizá habría sido más feliz. Viví un infierno, infierno que tú conoces muy bien, pero te pusiste una venda sucia en los ojos y me dejaste a mi suerte, una vez más… Y entre tanto, a criticar a mi padre, a denunciarlo, a hacer que me distanciara de él, todo lo por lo mismo: el dinero… eso es lo único que te mueve, el dinero. Nací y me dejaste con mis iaios, por el dinero, vendiste el piso por el dinero, denunciaste a mi padre por el dinero, y no, no me jodas que fue porque él te denunció antes, perdona, hicisteis un trato y tú lo rompiste. El dinero siempre te ha llevado, incluso me echaste en cara durante años que yo firmara la paz con mi padre, porque según tú, me engañaron y te defraudé. Tú lo hiciste antes, durante y después y nadie te ha dicho nada. HASTA AHORA

No te recuerdo en ningún momento bonito. En mi boda tenías que ser tú la protagonista, por celos, tenías que sentarte a mi lado, por cojones, y así lo hice por ti, porque estuvieras contenta. Te dedicaste a comer, beber (sobre todo eso) y largarte a mitad del convite, como si fueras la típica tía que no se queda hasta el final. Por favor, te dejaste a los animales solos y eran más importantes que tu hija, que cosas… Estuviste criticando a mi marido durante meses, comparándolo con el hijo de puta al que le abrías las puertas de tu casa e invitabas a entrar aun sabiendo el miedo que tenía, y nunca fue bueno para mi hasta que lo dejé, claro, porque me fui con, según tú, un muerto de hambre con dos hijos. Ahí ya pasó a ser “la gallinita de los huevos de oro” y tu yerno predilecto, aunque él te conoce, por suerte…

Y estoy segura de que me dejé muchas cosas en el tintero, tantas noches esperándote, tantas fiestas del colegio a las que no viniste, tantas veces que me esperaban a la salida para pegarme y tú no estabas allí porque ya era mayor para volver a casa sola, no, me esperabas en el bar…
Y de mayor no ha sido diferente, ni cuando me ingresaron 15 días sin saber que tenía viniste, ni te preocupaste, encima me decías que eran todo imaginaciones mías… tampoco cuando me operaron, que estuvo mi pareja a mi lado y ¡Ah! Entonces ya era bueno porque no se movió de mi lado en 24 horas, ni cuando aborté, no me creíste, claro, es más sencillo no creerte esas cosas ¿Verdad? Porque en parte pasó por tu culpa, porque yo no iba a ser buena madre, me daba miedo ser como tú… Y cuando llegó Lucía lloré, mucho, y pedí perdón a ese bebé que no vino, le pediré perdón el resto de mi existencia, pero llegó ella y me prometí que jamás sería como tú, que jamás la dejaría sola, que la ayudaría, la apoyaría y la consolaría siempre, que siempre podría contar con su madre, y siempre sabría lo orgullosa que estoy de ella. Y nació, y tú no estuviste porque trabajabas, aunque nació sábado, pero no, era más importante tu vida. Nació tu nieta, tu única nieta, y tú no estabas, estuve sola, bueno, estuvo su padre y eso me sobra. Pero tú puto trabajo como madre era estar ahí, no solo nacía mi hija, nacía yo como madre y estaba asustada, y tú no estabas allí. Pero ¿Sabes qué? Nunca estuviste y te agradezco que me hayas enseñado a no ser como tú. Llegaste a los 10 días, ya ni el cordón llevaba, viniste a hacer el tonto, todavía me acuerdo ¡Tuviste que comprarte el vino en la tienda! Tantas señales durante años y darme cuenta ahora… No eres alcohólica, no… ni para conocer a tu nieta tuviste cojones de dejarte el puto alcohol y no oler a vino… Y ya ni que decir para cuando me volví a casar, y te jodió, si, lo sé, porque mi madrastra fue mi madrina, si, esa “hija de puta” que te robó a tu marido y que intentó hacer de mí una buena persona, ella fue la madrina de mi boda donde tú no estuviste ni puta falta que me hizo, y viniste al bautizo de tu nieta de puro milagro, otra vez la visita rápida, venir, comer, beber y pirarte ¿Para qué ibas a venir antes y ayudar? Nada, humo.

Ni siquiera mi enfermedad es importante para ti, saber que tu hija, cuando se quedaba con el cuerpo engarrotado no era por “gandulería” como tú decías, si no por una enfermedad que estaba ya ahí, que todos los dolores que tenía no eran inventos y ya tiene motivo. Pero, oh, perdona, tú estás peor. Si, lo estás, estás enferma, y no hablo de tu cuello. Hablo de tu corazón, que lo tienes negro de odio, de rabia y de envidia, de celos… Y criticas a todos los que tienes a tu alrededor, todos los que intentamos ayudarte, nos criticas a unos con los otros, somos mierda, somos malos, pero la buena cara nos la pones después, como falsa que eres. ¿Sabes cuántas veces has criticado a tu propia hermana, sobrinos, conmigo…? Muchísimas, y seguro que al revés también lo has hecho, y no me extraña que no quieras que nos juntemos todos porque ahí puede arder todo, si empezamos a hablar te quedas sola. No, perdona, ya lo estás…

¿Sabes? Te agradezco que me dieras la vida, que dejaras a mi padre, que no me pusieras impedimentos para irme de tu lado… Me alegro. No soy como tú, nunca seré como tú. Cometeré mil errores pero espero que mi hija jamás se sienta como me he sentido yo contigo. Que me han hecho falta 34 años para darme cuenta de quién eres y de que jamás seré buena para ti ni haré nada bien. Te crees que eres la única que sufre, la única que llora o lo pasa mal, eres tú, tú y después tú foto… Y no es así, el mundo es algo más que tú. Es tu hermana que necesita que la escuches y no critiques todo lo que hace por sus hijos, y de la cual deberías aprender, al menos en eso… Es tu hija que necesita, bueno, necesitaba una palabra tuya de alegría, de aceptación y no la ha tenido nunca, es tu marido que necesita que pongas de tu parte para que no acabes destrozando lo poco que te queda de salud… Fíjate, mira a tu alrededor… Yo ya no aguanto más y prefiero hacer borrón y que te quedes ahí, donde estás, que hagas tu vida y ya está. No quiero que mi hija te vea como te he visto yo, no quiero que vaya a verte y que te diga “yaya, te quiero” y tú te quejes de lo pesada o pelota que es, porque ella te quiere de verdad, porque no te conoce y no entiende que la criticas, si no, otro gallo cantaría, pero a mí me duele porque soy su madre y no te voy a consentir que le digas nada de eso, además que no vas a moverte para venir a verla, lo sé, es más fuerte tu orgullo y tus necesidades que tu propia nieta… Y te quedarás sola, he empezado yo, por mi hija, pero si sigues así acabarás sola, y yo no estaré el día que te quedes solas, aunque suene cruel. No estás hecha para vivir con nadie y tu marido se merece un altar por todo. Te mereces que te diga todo esto a la cara pero no me dejarías acabar, sería un triunfo para ti. Y cada vez que discuto contigo tenga rabia acumulada durante días, así que prefiero evitar lo que me causa esa rabia y eres tú. No has sido madre en ese sentido y como tal, no me llegas a la suela del zato, eres cruel, mala, falsa, eres solo tú en tu cabeza y no, no estás sola pero lo estarás. No te voy a consentir que jodas más mi vida ni la de mi familia, no todo gira en torno a ti...

Ya puedes seguir poniendo tus estados como quieras, fotos de gente a la que criticas, niñas a las que llamas feas, asquerosas o insoportables, sobrinos a los que has criticado y de los cuales has dicho burradas por vivir su vida y les has deseado otro tanto más, sigue así, la falsedad es tu escudo. A mí ya no me va a afectar más lo que tú hagas…
Solo tú eres dueña de tu propio destino, de tu final. Y la pena es que no sé si leerás esto algún día, pero deberías, igual así te reconcome un poco la conciencia por dentro y te das cuenta de lo que has ido haciendo durante estos años para que tu hija haya decidido que es mejor tenerte fuera de su vida…