viernes, 16 de julio de 2021

El Ave Fénix

 




Se la encontraron por la mañana en la bañera, parecía dormida pero estaba muy pálida.

Su compañera de piso se disponía a irse a trabajar y la encontró allí, con la bañera llena de agua roja.

Aparentemente había conseguido empezar desde cero, no tenía por familia más que una tía que vivía lejos, pensaba que con el amor que había encontrado podría ser feliz pero no fue así.

Un alma se cruzó en su camino, un ave que volaba libre, que no quería ataduras pero que la sacaba de su monotonía cada noche, la hacía reír y ella pensaba que no estaba mal lo que hacía hasta que se enamoró en ese mismo momento la cagó porque ya no era dueña de sus sentimientos, de sus pensamientos y sabía que nada tenía que hacer con su ave fénix porque él sabía de su condición y no quería más de ella que una amistad, ¿caricias, besos, abrazos? Quizá también ¿aprovecharse de ella? No… ella era lista y sabía lo que había.

Dejaba volar su imaginación, el corazón se puede partir en tantas mitades como él quiera ya que nadie manda de su propio corazón. Un día lo vio con otra, ella sabía que no era suyo, que era nada más que una fantasía pero aquello le dolió, él creía que estaba celosa, si podría decirse que si peor tenía las ideas claras.

Nadie le dijo que esa ave renacía de sus propias cenizas y que poco le importaba dejar corazones abrasados a su paso.

Se sentía mal, se sentía estúpida por haber creído que su ave se habría quedado con ella para siempre.

Harta, dolida, triste, furiosa… aquel día decidió que ella también quería ser así, libre… preparó su baño favorito con sales aromáticas relajantes de melisa, se estuvo bañando hasta que el agua se quedó fría pero le daba igual, lloró y lloró…

Su ave no sería para ella, ella tampoco sería para nadie, había decidido que era mejor ser como él para evitar sufrir, lo perdió, lo poco que lo tenía, lo perdió por estúpida.
Hoy ella es un ave fénix que renace de sus propias cenizas y hace lo que le hicieron a ella, dejar corazones abrasados a su paso



4/10/2008

Ojos tristes


 

Ojos tristes, es lo que veía cada mañana cuando se miraba al espejo…unos ojos hartos de llorar, hartos de sufrir, unos ojos rojos quizá por no dormir.

Trabajaba de día limpiando casas y de noche escribía, pensaba que iba a ser su escape, sus novelas, esos relatos un poco más largos de lo normal que tanto le gustaba escribir, que tanto le ayudaban a olvidarse de su vida. Era una chica joven pero con un carácter marcado por las desgracias…

Carlota tiene ahora 20 años, cuando tenía tan solo 6 años su madre murió en un accidente de coche al volver del trabajo, volvía cansada de tantas horas mal pagadas para poder sacar adelante a una familia que había estado en un lugar bastante bueno pero que por no saber administrar cayó en la ruina.

Trabajaba en un almacén por las mañanas y en un bar de mala muerte de noche, su madre apenas tenía 26 años cuando una noche volviendo a casa con su moto se le cerró los ojos y se estrelló contra la quita miedos.

Ella casi no se dio cuenta pero fue una gran pérdida que acabo de hundir a su padre, con 30 años y viudo.

Así como muchos se podrían haber tirado a la bebida, a las drogas o a cualquier otra cosa, Ben sacó fuerzas y empezó con un nuevo trabajo. Cobraba poco pero tenía para cuidar de ella, la única hija de un matrimonio joven.

Con 15 años, hace apenas 5, su padre decidió que no podía vivir sin su amaba Julia, cuando la miraba veía en ella a su madre cuando empezaban a ser novios, no se sabe porqué, unos dicen que es porque Julia fue a visitar a su amado para decirle que lo echaba de menos, otros dicen que tras esa fachada de haber superado la muerte de su madre había un hombre hundido, el pueblo hablaba pero ella no hacías caso; su padre se quitó la vida, volvió al sitio donde su amada Julia perdió la vida y allí se dejó morir, el como nunca se lo dijeron a ella…

Una mañana, harta de limpiar escaleras y de recibir insultos de gente que llevaba tantos billetes en la cartera que les oprimían e impedían que les llegara la sangre al cerebro, dejó el cubo y fue decidida a intentar cambiar su vida, llevaba semanas escribiendo algo que pretendió fuera su biografía pero siendo tan joven pensó que no tendría resultado, la cambió un poco, le puso algo de suspense y la vendió como su primera novela.

Un agente que cogía a chicos y chicas jóvenes para intentar que fueran algo la acabó llamando, no era mucho lo que le ofrecían, solo 2000€ para empezar pero para Carlota ese dinero era una salida temporal de su trabajo de fregona.

Tardaron en aceptar su novela, pero cuando su agente le llamo para decirle que un editor se había interesado por su novela no pudo evitar llorar al pensar en que su vida iba a cambiar y que al fin podría llevarles un precioso ramo de flores a sus padres como el que hace años les pudo llevar gracias a su tía que es con la que vivía ahora.

 Celebró su éxito con su tía Sara a base de chupitos de tequila, risas, llantos recordando a sus padres y charlas.

Sara era la gemela de Julia, era soltera, una vez se podría haber casado pero su hermana le dijo que no tenía buen presentimiento, había soñado algo malo que no le pudo contar porqué a los 3 días fue cuando falleció.

 El que iba a ser el marido de Sara acabó casándose con una pobre chica a la que maltrató aun embarazada de sus 3 hijos, a causa de aquello uno de esos niños nació enfermo y acabó muriendo a los 3 meses; Sara le daba cada día las gracias a su hermana por haberla salvado.

Carlota empezó su nueva vida, sin lujos, simplemente puso al día el alquiler de la casa donde vivía con su tía, llenó la nevera y la despensa, fue con Sara a comprarse ropa nueva y la invitó a comer a un restaurante chino que para ellas era un lujo.

El libro fue comprado por la mayoría de la gente del pequeño pueblo donde vivían que contaba tan solo con 850 habitantes, la mayoría habían seguido los pasos de Carlota, había leido sus relatos en la revista mensual del pueblo, y lloraron con ella la muerte de sus padres.

Así pasaron 6 meses hasta que le propusieron hacer una firma de su libro, ya estaba escribiendo su próxima novela, esta vez algo más alegre aunque nadie sabía de que iba, solo se sabía que las protagonistas eran dos gemelas. La firma fue todo un éxito, fue gente de medio país, aún estaba en trámites pero el libro llevaba 6 meses a la venta y se emocionó al ver la tantísima gente que había ido a conocerla.

A la firma llegó un chico, se quedó el último, ya había anochecido, le dijo que quería hablar con ella, que entendía que era famosa pero que él no era ningún fan loco, ella rió al oír la palabra “famosa”, ni siquiera se había planteado el echo de que medio país había leido su libro, su vida…

Este chico se presentó como Andrei, tenía unos ojos azules penetrantes y un pelo negro brillante, era algo y atractivo pero tenía algo que le hacía diferente, una mirada limpia, sincera…

Después de que decidiera tomarse un café con él le estuvo contando que se había identificado mucho con su libro, había perdido a sus padres adoptivos con apenas 9 años, tenía 23 y lloró muchísimo leyendo aquella “novela”;

Carlota le confesó que aquella novela era su vida, que vivía con su tía, sus padres habían fallecido y decidió plasmarlo en un papel que acabó siendo la novela que la metió en el mundo de los escritores.

Charlaron y charlaron hasta bien entrada la madrugada, Andrei la acompañó hasta casa, se dieron el teléfono y prometieron llamarse. Su tía Sara se alegró pero la avisó de que podía ser que quisiera aprovecharse de ella, que tuviera cuidado.

Cuando Carlota presentó su nueva novela “Las gemelas” llevaba meses hablando con Andrei, habían echo una muy buena amistad, incluso él la ayudó a acabar su novela. Carlota no era una chica guapa, pelirroja, con pecas, un pelo largo y liso que la hacía parecer una niña, unos ojos verdes profundos y algo más alegres que hacía un año, alta y esbelta, y a veces demasiado tímida nunca había sido vista con chicos. Ahora la fama le había venido de golpe y temía que su nueva novela no tuviera éxito pero su tía le dijo que las historias de gemelas siempre gustaban a la gente.

Su agente la llamó a las pocas semanas de que saliera su libro, se habían vendido el doble que de su primera novela tan solo a 10 semanas de la publicación del libro, la gente había acogido a “Las Gemelas” con entusiasmo. Esta vez la celebración fue con Andrei, una cena que acabó en una petición poco común.

Andrei sabía que solo eran amigos pero se había enamorado de Carlota, no por su dinero ya que sus padres adoptivos le dejaron una buena fortuna ya que eran una de las familias más ricas de la ciudad de al lado, se había enamorado de sus letras cuando leyó su primer libro y había decidido que debía conocerla. Carlota no supo que decir y se fue corriendo. Cuando lo habló con su tía estaba nerviosa, le temblaban las manos, ella le quería y quería casarse pero estaba indecisa, no era más que una niña de 22 años recién cumplidos…

La boda se celebró en la pequeña iglesia del pueblo, radiante de blanco, la novia llegó del brazo del tío de Andrei, su tía fue la madrina. Una pequeña ceremonia, sencilla, con la gente más querida, aunque podían permitirse una boda lujosa, Carlota sabía que era humilde y nunca iba a cambiar por muchas novelas que vendiera.

El tío de Carlota estuvo durante toda la ceremonia lejos de Sara aunque estaba sentado en la misma mesa, la mujer, Susana estaba en casa recuperándose de un aborto. Era un hombre joven, apenas llegaba a los 40 años pero Sara lo conocía muy bien, era aquel hombre con quien se iba a casar y al final dejó plantado por consejo de su hermana; lo que nadie nunca supo fue ese hijo que tuvo y dio en adopción, solo lo sabía su hermana, y entre ellas quedó el secreto.

Acabada la boda Carlota y Andrei su fueron a su nueva casa, una pequeña casa de 3 habitaciones; justo al lado le habían comprado un modesto piso a su tía, no quería dejarla sola, era joven pero había sido su madre y su mejor amiga durante los años que vivió con ella.

Un día cuando Carlota le preguntó que porque odiaba tanto a Omar, el tío de Andrei, ella le contó la historia, la humilde escritora decidió encontrar a esa prima, ya que había sido una niña, con el dinero que había ganado de su última novela “Polvo en el viento” editada solo 3 meses después de su boda. La búsqueda comenzó por el lugar donde llevo Sara y Julia a la criatura, un orfanato a 400 kilómetros de su casa, había inventado una beca en una gran ciudad para ocultar ese embarazo, no quería criar a esa criatura, no quería que creciera con un padre que la golpearía como hacía con los hijos que había tenido con Susana. La niña resultó llamarse Laura, fue dada en adopción a una familia humilde pero buena, tenía ahora 19 años, estudiaba y sus padres eran un matrimonio de ancianos que la adoraban. Sara no quiso interponerse pero Carlota la fue a buscar, tan solo vivía a 10 minutos de su casa, resultó ser una fan de Carlota.

Se sentó a hablar con ella y sus padres, entendió que tenía una madre que la quería pero que entendía que tenía otra familia; Laura le dijo que desde niña sus padres le habían explicado que tenía una madre que la quería pero que no había podido hacerse cargo de ella, que algún día quizá podría buscarla. Para sorpresa de Carlota, su prima accedió a ir a conocer a su verdadera madre, lo cual fue una sorpresa para Sara.

Omar se enteró de que su “hija” había vuelto a conocer sus raíces y decidió dar la cara en casa de Carlota y Andrei.

No fue bienvenido ni siquiera por su sobrino que se había enterado de las palizas que le propinaba a su mujer, ayudó a Susana a que lo dejara y se fuera con sus hijos a empezar una nueva vida. Laura no quiso saber nada de su padre, había oído la historia y nada quería saber de tan cruel personaje.

Omar estuvo insistiendo durante días, quizá semanas incluso puede que llegara a meses; harto ya Andrei lo denunció, por las palizas a Susana, por el acoso hacía la tía de su mujer y la hija de ésta.

Entre tanto, Carlota había empezado con una nueva novela, la segunda parte de “Las Gemelas” donde narraba con un poco de fantasía, la historia de Sara y Laura. Las primas estabas siempre en contacto incluso Sara conoció al tío de su hija, Paul,  el hermano de su madre adoptiva, un chico poco mayor que ella que quedó prendado de su sonrisa nada más verla. Las dos familias se habían unido.

Pasado un tiempo, Carlota quedó embarazada, ya llevaba 6 novelas escritas, su tía se había casado y vivía en el pueblo donde estaba su hija, a apenas 100 metros de su casa, ella era su madre pero no quiso separarla de sus padres adoptivos.

Carlota tuvo a una preciosa niña a la que llamó Julia pero Omar que hacía tiempo que había jurado su venganza no la dejó disfrutar de esa niña y una noche aprovechando que Andrei estaba fuera entró en la casa con dos matones y robó a la pequeña Julia dejando a su madre malherida.

Cuando Andrei llegó recibió una llamada de su tío, debía ayudarlo a convencer a Laura para ponerle sus apellidos, para llevársela  a su casa, había dejado ir a Susana, necesitaba una mujer a la que poder maltratar cuando llegara borracho a casa. Andrei no se lo pensó, llamó a Paul para contarle lo sucedido y pedirle ayuda, el padre adoptivo de Laura escuchó hablar a Paul y decidió ir con él, era un hombre mayor pero no estaba dispuesto a que a su nueva familia le hicieran daño.

Juntos irrumpieron en casa de Omar armados para poder llevarse a la pequeña Julia, no pretendían hacer daño solo recuperar a la pequeña pero Omar los esperaba con dos hombres y aún más armado.

 Andrei buscó a su hija y rápidamente la sacó de allí, a él no lo esperaban y no tuvieron tiempo de reaccionar; Omar intentó dispararle por la espalda incluso con la pequeña en brazos pero Abraham, el padre adoptivo de Laura, se interpuso en el camino que había entre Omar y Andrei disparando a su vez al elemento que sin corazón, solo quería a su hija para tenerla de criada. Omar cayó, sus hombres asustados huyeron; Abraham tuvo tiempo a decirles a Andrei y a Paul que cuidaran de “sus chicas”.

Llegó al hospital pero solo tuvo tiempo de despedirse de su mujer y su querida Laura. Julia llegó a los brazos de su madre sana y salva, no dejaban de llorar viendo a la niña a salvo.

Abraham fue enterrado rodeado de su mujer y su hija que no estuvieron solas; tanto Sara, Paul, como Carlota, Andrei y la pequeña Julia estuvieron allí en todo momento con ellas, ayudándolas, sin evitar sentirse culpables por la muerte del padre de Laura, aunque ellas no los culpaban, él había muerto por salvar una vida como salvó la de Laura cuando la adoptaron.

Julia creció junto con su nuevo hermanito Ben, Sara tuvo gemelos a los que llamó Abraham y Paul; Carlota decidió dejar las novelas durante un tiempo para poder disfrutar de sus dos niños, ya tenía tras de si 12 novelas, podía permitirse el lujo de estar un par de años sin escribir nada. Andrei y Paul formaron una empresa que les ayudó a comenzar una vida fructífera para ellos y sus hijos. Ana, la madre adoptiva de Laura, murió a los 3 años de fallecer su marido pero su hija pudo darle la satisfacción de casarse antes con un buen chico, humilde y sencillo, amigos de Laura desde niños. Omar, que decir que no salió de aquella casa donde intentó frustrar la vida de su pequeña sobrina y de su propia hija.

La familia siguió pero quizá eso forme parte de otra historia… pero desde luego los ojos de Carlota nunca más tuvieron esa mirada triste de antaño, tristes, rojos, de tanto llorar, de tanto sufrir, ahora con Andrei y sus pequeños, su familia había podido sonreír de nuevo pese a todo lo pasado



2008

viernes, 3 de enero de 2020

Fuera de mi vida



31/12/2019

Dicen que la mejor forma de desahogarse es escribiendo cartas a todos aquellos con quienes tienes algún problema y luego quemarlas… Yo no las voy a quemar, es más, es posible que las envíe, al menos una de ellas. Y quiero acabar el año soltando todo lo que llevo…

Mi año no acaba bien, aunque, si me paro a pensarlo, pocos años míos han acabado bien, quizá cuando era pequeña, pero no. Y aquí viene mi primera carta:

A ti, que me pariste, aunque tú dices que ni eso supiste hacer porque fue cesárea. Según tú, las que hemos tenido a nuestros bebés por cesárea no hemos parido, y lo dices precisamente tú… Yo sí “parí”, di a luz a mi hija, tu nieta, por cesárea, y como bien sabes, los puntos y la cicatriz están ahí desde el primer momento, pero el mirar a tu bebé hace que se pase todo. Aunque hoy en día dudo que tú te sintieras igual. Tú, que cuando te enteraste que venía solo sabías llorar, no te alegraste cuando sabías que venía, era una carga, un suplicio. Pero ya estaba allí y no ibas a abortar, claro, tu marido no te lo habría permitido tampoco. A veces pienso que si hubiera sido hoy en día, quizá yo no habría nacido.

No recuerdo una caricia tuya, un te quiero, una palabra de aliento, un “me siento orgullosa”, apoyo, consuelo, nada, de ti, nada… Ni siendo niña, ni adulta. Tantas veces he hecho cosas pensando que te sentirías orgullosa, tantos esfuerzos que no han valido la pena, para ti, por ti, para escuchar de boca de mi madre una puta palabra de orgullo hacia mí, al menos sentir que servía para algo. Pero no, tu siempre me comparaste “mira tú prima, dentista, tu otra prima estudiando no sé qué, tu primo…” nunca fui suficientemente buena, ni suficientemente trabajadora, nunca fui suficientemente nada para ti. O al menos eso me has demostrado durante años…

Tuve que crecer de golpe, cuando mi padre y tú os separasteis. Mi único hogar era la casa de mis iaios, hasta que ella se fue y me vi perdida. Ahí empecé a ver lo que había, aunque sospecho que ya venía de antes y que me “perdí” muchas historias… Jamás te lo reproché, jamás te dije nada, me sentía orgullosa de mi madre que trabajaba , que tenía una vida dura y cuando te veía alcoholizada intentaba no culparte a ti, si no a la vida misma. Cuando te llevabas esos golpes que me dolían a mí también aunque no los notara ¿Sabes cuantas veces me interpuse entre tú y él para que no te tocara? Sin haber cumplido 10 años… Creo que nunca has sido consciente de ello. Yo tampoco lo era, hasta hace poco. Todavía intentaba quitarte culpa, hasta hace poco… Te vi borracha, golpeada, arrastrada, medio inconsciente, y al día siguiente te ibas a trabajar y yo pensaba que era normal pero ¿Sabes? No, no es normal. ¿Sabes qué es lo que más disfrutaba? Levantarme a las 7 para irme contigo a desayunar esos pasteles que hacían al lado de casa de mi padre, pasar ese rato contigo, hablar y reír, sin alcohol por en medio. Tu trabajo era protegerme, ayudarme, consolarme y enseñarme. Tu trabajo era fácil, pero no supiste hacerlo. Vi cosas que no tendría que haber visto, viví cosas que no tendría que haber vivido. Aun así, nunca te lo eché en cara, te defendí con uñas y dientes, no dejé que nadie hablara mal nunca de ti, incluso dejé de hablarme con mi padre por ti, lo denuncié por ti, y casi lo pierdo por ti… no por tu culpa, no, por la mía, pero por ti, porque te sintieras orgullosa, que me dijeras que lo había hecho bien, pero eso nunca llegó.

Tu siempre me has dicho que una madre quiere a sus hijos más que un padre, porque los lleva dentro 9 meses, porque los siente, los pare, porque son suyos… ¿Por qué tu no lo has hecho? Si, a tu manera dices, a tu manera no me sirve, ya no. Jamás consentiría que mi hija se sintiera así, que se vaya a dormir sin escucharme decirle te quiero, sin un abrazo, sin una caricia ¿Sabes cuantas noches me fui yo a dormir así, pensando que era lo normal?

Me fui de casa con 16 años porque pensaba que era lo correcto. A ti te molestaba en tu nueva vida, pediste la custodia ¿Para qué? Llegaste a tu nuevo hogar y me soltaste como el que suelta al perro en el campo, igual que cuando vivíamos juntas. Tu a trabajar y yo sola en casa, con 14 años, en un piso sin agua y ya te apañarás, y me apañé… Igual que me apañé cuando mi pareja me dio mi primera paliza, y la segunda, y las siguientes que vinieron y de las cuales nunca te hablé porque, pobrecita, ella ha vivido eso 8 años, no quiero que vea que cometí su mismo error, y porque estaba SOLA, tu no me tendiste la mano ¿Cómo es posible que tu marido lo supiera, medio pueblo lo supiera y tú no? ¿Cómo es posible que yo te lo contara llorando, cuando ya lo había dejado y no me creyeras? ¿Cómo me explicas que una madre no crea las palabras de su hija, habiéndola visto con el ojo morado? ¿Y cómo es capaz una madre de abrirle las puertas al que maltrató a su hija durante 5 años como si nada y tener el santo coño de llamarla y decirle “Adivina quien ha venido a verme”? ¿Sabes cuánto me costó poder ir a verte sin miedo? Sin esconderme, sin que me diera terror cruzarme con él y que me hiciera algo a mí, o a mi nueva pareja. Se ve que no lo sabes, ni las pesadillas o los ataques de ansiedad, de pánico. Hoy en día, casi 15 años después todavía tengo pesadillas. Pero es más fácil no creerme y pensar que es mentira, que él no me pegó y tú hiciste bien en no hacerme caso. Que no iba a verte porque “a tu marido le molestaba” y era justo lo contrario, eras tú, te molestaba a ti, como siempre te había molestado ¿Entonces para qué cojones me llevaste contigo? Haber hecho vida sin mí, quizá habría sido más feliz. Viví un infierno, infierno que tú conoces muy bien, pero te pusiste una venda sucia en los ojos y me dejaste a mi suerte, una vez más… Y entre tanto, a criticar a mi padre, a denunciarlo, a hacer que me distanciara de él, todo lo por lo mismo: el dinero… eso es lo único que te mueve, el dinero. Nací y me dejaste con mis iaios, por el dinero, vendiste el piso por el dinero, denunciaste a mi padre por el dinero, y no, no me jodas que fue porque él te denunció antes, perdona, hicisteis un trato y tú lo rompiste. El dinero siempre te ha llevado, incluso me echaste en cara durante años que yo firmara la paz con mi padre, porque según tú, me engañaron y te defraudé. Tú lo hiciste antes, durante y después y nadie te ha dicho nada. HASTA AHORA

No te recuerdo en ningún momento bonito. En mi boda tenías que ser tú la protagonista, por celos, tenías que sentarte a mi lado, por cojones, y así lo hice por ti, porque estuvieras contenta. Te dedicaste a comer, beber (sobre todo eso) y largarte a mitad del convite, como si fueras la típica tía que no se queda hasta el final. Por favor, te dejaste a los animales solos y eran más importantes que tu hija, que cosas… Estuviste criticando a mi marido durante meses, comparándolo con el hijo de puta al que le abrías las puertas de tu casa e invitabas a entrar aun sabiendo el miedo que tenía, y nunca fue bueno para mi hasta que lo dejé, claro, porque me fui con, según tú, un muerto de hambre con dos hijos. Ahí ya pasó a ser “la gallinita de los huevos de oro” y tu yerno predilecto, aunque él te conoce, por suerte…

Y estoy segura de que me dejé muchas cosas en el tintero, tantas noches esperándote, tantas fiestas del colegio a las que no viniste, tantas veces que me esperaban a la salida para pegarme y tú no estabas allí porque ya era mayor para volver a casa sola, no, me esperabas en el bar…
Y de mayor no ha sido diferente, ni cuando me ingresaron 15 días sin saber que tenía viniste, ni te preocupaste, encima me decías que eran todo imaginaciones mías… tampoco cuando me operaron, que estuvo mi pareja a mi lado y ¡Ah! Entonces ya era bueno porque no se movió de mi lado en 24 horas, ni cuando aborté, no me creíste, claro, es más sencillo no creerte esas cosas ¿Verdad? Porque en parte pasó por tu culpa, porque yo no iba a ser buena madre, me daba miedo ser como tú… Y cuando llegó Lucía lloré, mucho, y pedí perdón a ese bebé que no vino, le pediré perdón el resto de mi existencia, pero llegó ella y me prometí que jamás sería como tú, que jamás la dejaría sola, que la ayudaría, la apoyaría y la consolaría siempre, que siempre podría contar con su madre, y siempre sabría lo orgullosa que estoy de ella. Y nació, y tú no estuviste porque trabajabas, aunque nació sábado, pero no, era más importante tu vida. Nació tu nieta, tu única nieta, y tú no estabas, estuve sola, bueno, estuvo su padre y eso me sobra. Pero tú puto trabajo como madre era estar ahí, no solo nacía mi hija, nacía yo como madre y estaba asustada, y tú no estabas allí. Pero ¿Sabes qué? Nunca estuviste y te agradezco que me hayas enseñado a no ser como tú. Llegaste a los 10 días, ya ni el cordón llevaba, viniste a hacer el tonto, todavía me acuerdo ¡Tuviste que comprarte el vino en la tienda! Tantas señales durante años y darme cuenta ahora… No eres alcohólica, no… ni para conocer a tu nieta tuviste cojones de dejarte el puto alcohol y no oler a vino… Y ya ni que decir para cuando me volví a casar, y te jodió, si, lo sé, porque mi madrastra fue mi madrina, si, esa “hija de puta” que te robó a tu marido y que intentó hacer de mí una buena persona, ella fue la madrina de mi boda donde tú no estuviste ni puta falta que me hizo, y viniste al bautizo de tu nieta de puro milagro, otra vez la visita rápida, venir, comer, beber y pirarte ¿Para qué ibas a venir antes y ayudar? Nada, humo.

Ni siquiera mi enfermedad es importante para ti, saber que tu hija, cuando se quedaba con el cuerpo engarrotado no era por “gandulería” como tú decías, si no por una enfermedad que estaba ya ahí, que todos los dolores que tenía no eran inventos y ya tiene motivo. Pero, oh, perdona, tú estás peor. Si, lo estás, estás enferma, y no hablo de tu cuello. Hablo de tu corazón, que lo tienes negro de odio, de rabia y de envidia, de celos… Y criticas a todos los que tienes a tu alrededor, todos los que intentamos ayudarte, nos criticas a unos con los otros, somos mierda, somos malos, pero la buena cara nos la pones después, como falsa que eres. ¿Sabes cuántas veces has criticado a tu propia hermana, sobrinos, conmigo…? Muchísimas, y seguro que al revés también lo has hecho, y no me extraña que no quieras que nos juntemos todos porque ahí puede arder todo, si empezamos a hablar te quedas sola. No, perdona, ya lo estás…

¿Sabes? Te agradezco que me dieras la vida, que dejaras a mi padre, que no me pusieras impedimentos para irme de tu lado… Me alegro. No soy como tú, nunca seré como tú. Cometeré mil errores pero espero que mi hija jamás se sienta como me he sentido yo contigo. Que me han hecho falta 34 años para darme cuenta de quién eres y de que jamás seré buena para ti ni haré nada bien. Te crees que eres la única que sufre, la única que llora o lo pasa mal, eres tú, tú y después tú foto… Y no es así, el mundo es algo más que tú. Es tu hermana que necesita que la escuches y no critiques todo lo que hace por sus hijos, y de la cual deberías aprender, al menos en eso… Es tu hija que necesita, bueno, necesitaba una palabra tuya de alegría, de aceptación y no la ha tenido nunca, es tu marido que necesita que pongas de tu parte para que no acabes destrozando lo poco que te queda de salud… Fíjate, mira a tu alrededor… Yo ya no aguanto más y prefiero hacer borrón y que te quedes ahí, donde estás, que hagas tu vida y ya está. No quiero que mi hija te vea como te he visto yo, no quiero que vaya a verte y que te diga “yaya, te quiero” y tú te quejes de lo pesada o pelota que es, porque ella te quiere de verdad, porque no te conoce y no entiende que la criticas, si no, otro gallo cantaría, pero a mí me duele porque soy su madre y no te voy a consentir que le digas nada de eso, además que no vas a moverte para venir a verla, lo sé, es más fuerte tu orgullo y tus necesidades que tu propia nieta… Y te quedarás sola, he empezado yo, por mi hija, pero si sigues así acabarás sola, y yo no estaré el día que te quedes solas, aunque suene cruel. No estás hecha para vivir con nadie y tu marido se merece un altar por todo. Te mereces que te diga todo esto a la cara pero no me dejarías acabar, sería un triunfo para ti. Y cada vez que discuto contigo tenga rabia acumulada durante días, así que prefiero evitar lo que me causa esa rabia y eres tú. No has sido madre en ese sentido y como tal, no me llegas a la suela del zato, eres cruel, mala, falsa, eres solo tú en tu cabeza y no, no estás sola pero lo estarás. No te voy a consentir que jodas más mi vida ni la de mi familia, no todo gira en torno a ti...

Ya puedes seguir poniendo tus estados como quieras, fotos de gente a la que criticas, niñas a las que llamas feas, asquerosas o insoportables, sobrinos a los que has criticado y de los cuales has dicho burradas por vivir su vida y les has deseado otro tanto más, sigue así, la falsedad es tu escudo. A mí ya no me va a afectar más lo que tú hagas…
Solo tú eres dueña de tu propio destino, de tu final. Y la pena es que no sé si leerás esto algún día, pero deberías, igual así te reconcome un poco la conciencia por dentro y te das cuenta de lo que has ido haciendo durante estos años para que tu hija haya decidido que es mejor tenerte fuera de su vida…


miércoles, 6 de junio de 2018

Una historia de amor maternal







Os voy a contar una historia de amor maternal, una historia sobre el amor de una madre adoptiva que llegó a ser dañino, sobre todo, para ella...
Siempre me gustó que ella me contara cosas de su hijo, de cuando fueron a por él a Valencia, cuando lo adoptaron allá por el 1978. Años después me enteré que era un "niño robado" o eso decían.
Me contó muchas veces cuando lo trajeron a casa, que su nombre se lo pusieron por un actor de películas del oeste que a su padre le encantaban, me contaba que todo el pueblo se enamoró de ese niño de pelo negro, todos lo querían mucho, sobre todo su madre. Me contaba también mil y una veces que ella fue quien limpió sus primeras cacas, las negras, decía ella, el meconio. Que él jamás quiso saber sobre su pasado, que lo abandonaron, que lo dieron sin más. Y creo que eso le afectó, y tanta sobreprotección...
Ella siempre tenía palabras bonitas para su hijo, su niño, el que heredaría sus casas, sus tierras, el que les ayudaría con el campo, el que cuidaría de ellos cuando fueran mayores. Qué equivocada estaba mi pobre mujer. Siempre me sacaba fotos de cuando era pequeño, es más aún conservo una de su comunión casi 17 años después de que me la diera.
Él siempre iba limpio, perfumado, con ropa buena, ropa perfectamente planchada, chaquetas buenas. Nunca lo veías mal afeitado, nunca llevaba una sola mancha en la ropa. Se veía tan bien siempre. Se notaba que su madre estaba preocupada por el aspecto de su amado hijo y siempre decía una frase que, aunque os suene machista, ahora yo le repito a mi marido: Si un hombre va sucio, mal peinado, mal vestido o sin arreglar, las culpas siempre irán a la mujer, o en este caso, a la madre. Me lo dijo tantas veces que se me quedó grabado y en parte tenía razón porque así es la sociedad en la que vivimos.
Recuerdo cuando empecé a ir a su casa, yo tenía apenas 15 años, su hijo tenía ya 21. Siempre me decía que era muy joven, que vestía mal, que no me arreglaba. Entonces me molestaba, hoy en día quiero pensar que solo quería protegerme. Siempre fue amable conmigo, muy recta, muy madre y eso es algo que jamás olvidaré.
Creo que sobra decir que su hijo fue mi primer novio, aquel que conocí una noche, por el cual me interesé durante unas semanas y recogí información suya y el cual, al final, me acabó encontrando porque también me había estado buscando. Todo tan romántico, tan bonito... Al principio... Pero no quiero hablar de nuestra relación, no, hoy me apetecía hablar de esa madre...
Esa mujer vivió el no poder tener hijos, el adoptar a su hijo y protegerlo. Vivió el que su marido enfermara y perdiera la cabeza, de ser un hombre de campo, activo, amable, risueño, un buen padre, pasó a ser un hombre sentado en el sillón, al cual le escondían las herramientas del campo y las tijeras de podar por si se le iba la cabeza, al cual encerraban bajo llave en casa si se tenían que ir para que no se escapara. Tenía sus momentos de lucidez, y era un amor.
Aguantó que su hijo le gritara, le rompiera cosas, le robara, le mintiera, y podría seguir... Pero siempre fue su hijo, su amor.
Esa mujer, hoy por hoy, tiene todos mis respetos y aunque yo no acabara con su hijo como nos habría gustado, siempre la tendré presente.
Todavía recuerdo el día que la llamé, tras 5 años con su amado hijo, cuando me armé de valor para dejarlo y le conté que habíamos terminado. Le dije que lo sentía mucho pero que había roto con él. Me pidió por favor que no lo hiciera, que lo pensara, que por qué … Ella sabía perfectamente por qué, ya que lo vio, lo vivió, lo tapó y lo sufrió. Y sabía que si yo lo dejaba, él volvería a vivir con ella. No sé si aguantaría o no, yo solo sé que hui, pero no hubo un solo día que no la recordara y sé que ella a mi también. Dijo en el pueblo que ojalá su hijo me hubiese mantenido a su lado, que de saber que me iba a ir me habría atado con cadenas a su casa, que su hijo no iba a encontrar a nadie así, porque no podía, era incapaz de respetar y me consta que así sigue.
No sé que será de ella hoy, ni siquiera sé si vive, sé que su marido murió y me habría gustado llamarla pero no me atreví y llamé a su sobrina. Me gustaría mucho decirle que gracias a ella aprendí muchas cosas, crecí, maduré, y supe lo que era el amor incondicional de una madre, que aunque supiera lo que era su hijo, ella lo amaba más que a su propia vida.
Otro día, a lo mejor, me animo a hablar de él, aunque bueno, lo pasado, pasado está.

domingo, 21 de febrero de 2016

El principio de un cambio

Hay ciertos momentos en la vida en los que no puedes permitirte tener miedo o al menos mostrarlo.  Hay momentos en los que tienes que luchar por sobrevivir un día más y no puedes rendirte,  otros en los que debes demostrar que eres fuerte,  aunque por dentro sabes que no es así. 
Hoy no es ese día,  hoy tengo miedo... 
Miedo a acabar sola,  aunque tenga a mi niña,  miedo a no saber llevar mi nueva situación,  a sentirme inútil,  a que los demás no entiendan el porque de lo que me pasa.  Aunque el resto de la gente no me preocupa tanto como mi pareja...  Me ha visto siempre tan dura,  tan fuerte,  sin miedo a nada,  siempre tirando del carro y ahora...  Ahora me siento como una mierda,  y no quiero que deje de verme como hasta ahora,  que deje de ver la mujer de la que se enamoró.  Quiero seguir siendo fuerte por él,  por mi niña,  por mi...
Pero ese miedo está ahí...  Tiene nombre propio.  Quizá nada cambie,  o quizá cambie todo,  de un giro de 180 grados y ya nada sea como antes.
Solo espero saber sobrellevarlo todo,  como hasta ahora.
Igual es solo el momento,  a lo mejor me siento con fuerzas y arraso con todo a mi paso. No es la primera vez que resurjo de mis cenizas,  pero esta vez va a ser diferente...
En unos días empieza una nueva etapa.  No sé como voy a reaccionar,  no sé como la voy a superar,  ni siquiera sé si la voy a aceptar,  si me voy a "acostumbrar"  a cargar con un peso así...  Quisiera poder decir que no es nada y que realmente fuera así,  eso solo sería engañarme a mi misma.
Y lo peor es que ya lo tengo encima,  digo que empezaré el cambio en unos días porque será cuando sepa exactamente mi situación,  pero estoy notando los cambios desde hace unos meses y no quiero admitirlo.  Quiero achacarlo a otras cosas,  aunque, en el fondo sé que no es así,  sé que va haciendo mella... Pero voy a poder,  solo quiero seguir como ahora.
Mi mayor miedo sería perderles,  perderme a mi misma. ¿Y como se lo digo si siempre he sido la fuerte? No lo sé...  Quizá no haga falta






miércoles, 20 de enero de 2016

Bullying o la forma de joderle la infancia a un niño



La carta de suicidio de un niño de 11 años, me ha hecho recordar cuando iba al colegio... 
Al principio eran los "típicos"  insultos por el físico.  Digo típicos porque era lo común,  estás gordito,  te insultan...  
No saben hasta que punto puede hacer eso daño,  pero los niños son así,  todos dicen que son crueles pero pienso que eso se puede evitar.
No me gustaría nada saber que a mi hija la insultan en el cole,  pero todavía me dolería más que fuera ella la que insulta a algún compañero...  Ahí habríamos perdido las dos,  ella por su comportamiento y yo por no enseñarle el respeto hacia los demás.
Recuerdo que me quedaba al comedor,  comía con unas "amigas"  menos cuando les daba por insultarme e incluso escupirme en el plato de fideos.  Opté por esconderme en el baño mientras todos comían,  esperar a que salieran al patio,  y entonces me metía al comedor,  en una mesa en un rincón para que nadie me viera si pasaba por el pasillo,  les pedía a las cocineras el plato y comía...  Ellas me conocían y sabían que al acabar,  siempre las ayudaba a limpiar las mesas.  Es una pena que no advirtieran a los maestros aunque quizá  habría sido peor... 
Al final optaron por sacarme del comedor pero recuerdo querer morirme por no ir,  por no aguantar ese trato,  deseaba ser delgada como las demás,  deseaba ser aceptada. 
Esa época duró años...  No recuerdo un día sin insultos,  o sin un "a la salida te pego".
Se creaban círculos de niños que no te dejaban irte y al final pillabas hostias...  Hasta que un día la que las dio fui yo,  mi compañero acabó con un ojo morado,  yo con otro y encima expulsados...  Aún así nada cambió... 
¿En serio queremos eso para nuestros niños? Lo veo muy cruel...  Los padres dicen que se tienen que defender solos,  los maestros dicen que no pueden estar siempre encima y los niños viven atemorizados...
Yo dejé el instituto...  Los que me hacían la vida imposible en el colegio,  dejaron de molestarme en el instituto...  Un niño me robó el móvil  (hablamos de hace 16 años... Mi madre trabajando y me llevé el móvil por una urgencia...  El profesor estaba avisado) lo cogió y salió corriendo....  Lo perseguí y vi ese corro de niños animándome a pegarle al ladrón,  no lo hice,  le dije que no volviera a tocarme nada y me di la vuelta.  No quería ser una matona...
Mi hija tiene tiempo,  no quiero que sea una matona pero tampoco quiero una nota como la que se han encontrado estos pobres padres.

viernes, 11 de septiembre de 2015

Enero 2015 Planes cancelados

Como te puede cambiar tanto la vida de un día para otro…
De ser una persona “independiente” que, aunque comparta su vida con otra persona, siempre va un paso por delante, que necesita su espacio, que le gusta salir sola, viajar, leer, la soledad y la tranquilidad. Alguien que lo tiene todo, tiene la comodidad de una casa y saber que podrá pagar el alquiler todos los meses, que podrá salir con sus amigos el fin de semana, que podrá hacer lo que quiera porque ella manda en sus decisiones…
De un día para otro dejas de compartir la vida con esa persona y todavía tienes más libertad… entras y sales cuando quieres y vives tu juventud como te gustaría haberlo hecho antes… Pero falta algo, hay un vacío que intentas llenar pero nunca acabas de hacerlo…
Tienes claro que no quieres otra relación… y que muchísimo menos quieres tener hijos. Lo que quieres es viajar, vivir, conocer gente y lugares, estudiar… para nada te atarías a otra persona y menos aún te atarías a un hijo, menuda responsabilidad, encima los niños no es que sean santo de tu devoción… ¿no? Si, decidido… si te quedas soltera pues nada, hoy en día no necesitas pareja para ser feliz…
El caso está en que un día cualquiera alguien se cruza en tu camino… alguien que en un principio es un soplo de aire fresco a tus aburridos días, alguien que poco a poco se va haciendo un hueco en tu vida, en tu mente y en tu corazón… Alguien que te hace ver la vida de otro modo, de un modo que tú conoces. Te hace replantearte muchas cosas porque su alrededor está lleno de cosas que tu no tenías previstas para tu futuro pero es tarde, ya te has enganchado a esa persona y no pues alejarte, te da igual lo que tenga a su alrededor, te da igual que no entrara en tus planes de futuro…
Pasa el tiempo y te das cuenta de que la vida no siempre sale como tú la habías planeado… Te despiertas un día sabiendo que vas a ser madre, eso que siempre dijiste que jamás harías y lo peor es que te hace ilusión… aunque lo escondes al principio quizá por miedo, quizá porque tu mente no estaba preparada, porque no estaba en tus planes… pero tú quieres serlo. Y siguen habiendo cosas que tampoco entraban en tus planes porque ahora, orgullosa, luces en tu mano un anillo de compromiso, un compromiso que jamás pensaste tener, un compromiso que te juraste que jamás tendrías… Ale, planes al traste… ¿O no?
Ahora tus planes tienen que contar con alguien más y te gusta, te gusta sentirte feliz, sentirte querida, te gusta notar ese burbujeo que crea tu bebé de vez en cuando, te gusta sentir como tu cuerpo va cambiando poco a poco y te vas sintiendo cada vez más ilusionada… Te gusta pensar que en un futuro alguien dependerá de ti, al menos parte de su vida… ¡Y tu no quería responsabilidades!
Como cambia la vida de una persona de un día para otro…